ni la vida que vivimos
ni la vida que deseamos vivir
lo importante es vivir
la vida que soñamos
(Donka, una carta a Chéjov)
así transcurre otra jornada
ya nunca te oigo
cuando te llamo nunca vienes
si te susurro no respondes
si te pienso apareces
con un torrente de lágrimas
entre tus manos intocables
entre tus dedos sin hueso
nada puede sostenerse
y si te sueño
ay
si te sueño
mi vida
el despertar inmediato abre
el abismo que te deshace
miércoles, 22 de febrero de 2012
sábado, 11 de febrero de 2012
Respuestas
recuerdo que yo me preguntaba
cómo se vería la mañana sin tus ojos
si los árboles vivirían sin tus cuidados
qué hincharía mi pecho si me faltase tu calor
buscando
para que la vida no duela tanto
ahora nadie conoce como yo el brillo del carmín
en los labios de la piedra
las mañanas son enormes
empiezan siempre a oscuras
los árboles cariño
te siguen esperando en primavera
y mi pecho
cariño mío
es la tumba donde yace
tu corazón muerto
más aquí
rammstein suena de nuevo
con los niños
lunes, 6 de febrero de 2012
Tres segundos
Las noches pasan con su paso de plomo como a escondidas bajo el peso de los días, siento la quietud aparente de la escena de mi cuerpo estático en contraste con el teatro de mi mente donde agitadamente se fusionan los torrentes de futuros y recuerdos.
Y tu como que no estás.
El lugar en que tu cuerpo reposaba, el medio lado que ocupabas con tu vida, está aquí pegado a mi lado, casi tapado, iluminado por los led del equipo que sonaba las canciones que tu oías.
Mis ojos apenas se cierran a ratos buscando una luz en mis pensamientos. Por tres veces he recibido en mis sueños tus mensajes.
La despedida a los tres días mientras mirabas a nuestro primer hijo:
- “Nosotros nos tenemos que marchar”.
El terror de otra desgracia.
Y la escena se rehacía en ese instante:
-“Yo ya me tengo que marchar”.
Otra vez estabas en el aire, tu presencia sólo se sentía, pero aún así yo te alcanzaba en mi sueño con mi mano.
Y ahora, tu tan real como mi pena, tu silencio a mi pregunta.
- “Pero dónde ¿dónde está tu cuerpo?”.
Tu mirada perpleja, en un círculo y sin respuesta.
- “Y si no, pero dónde ¿dónde puedo encontrarme con tu alma?”.
El despertar como tu huida.
Tres veces apareces tan real, tres veces mis manos alcanzan tu rostro en los recodos de mi mente incontrolada antes de difuminarse. Tres días entre cuarenta en los que pude sonreír.
Tres segundos en cuarenta noches.
Tres veces la intensidad de la felicidad como una corriente que me recorre en un instante.
Tres veces el contacto del tacto de mis dedos celulares con el sueño vivo de tu piel.
Y tu como que no estás.
El lugar en que tu cuerpo reposaba, el medio lado que ocupabas con tu vida, está aquí pegado a mi lado, casi tapado, iluminado por los led del equipo que sonaba las canciones que tu oías.
Mis ojos apenas se cierran a ratos buscando una luz en mis pensamientos. Por tres veces he recibido en mis sueños tus mensajes.
La despedida a los tres días mientras mirabas a nuestro primer hijo:
- “Nosotros nos tenemos que marchar”.
El terror de otra desgracia.
Y la escena se rehacía en ese instante:
-“Yo ya me tengo que marchar”.
Otra vez estabas en el aire, tu presencia sólo se sentía, pero aún así yo te alcanzaba en mi sueño con mi mano.
Y ahora, tu tan real como mi pena, tu silencio a mi pregunta.
- “Pero dónde ¿dónde está tu cuerpo?”.
Tu mirada perpleja, en un círculo y sin respuesta.
- “Y si no, pero dónde ¿dónde puedo encontrarme con tu alma?”.
El despertar como tu huida.
Tres veces apareces tan real, tres veces mis manos alcanzan tu rostro en los recodos de mi mente incontrolada antes de difuminarse. Tres días entre cuarenta en los que pude sonreír.
Tres segundos en cuarenta noches.
Tres veces la intensidad de la felicidad como una corriente que me recorre en un instante.
Tres veces el contacto del tacto de mis dedos celulares con el sueño vivo de tu piel.
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